27/1/10

Despedida post mortem

Cuando mi amigo Manolo era muy joven siempre me decía que no podía pensar en la muerte, porque le quedaba tan lejos que se sentía inmortal. Nunca entendí demasiado bien lo que quería decir, pero ahora sé lo que no quería decir. Me siento tan mortal, estoy tan débil, tan cansado, tan lleno de dolores.

Dolor por la vida y por lo que amas, dolor por todo conocimiento y por todo el sufrimiento perpetuo que arrastro y me hace llorar.

Conduzco con la cabeza pegada a mi ventanilla, conduzco, pienso y lloro con la cabeza pegada a mi ventanilla. El humo de la quema de rastrojos del otoño me hace llorar mientras el coche avanza y huelo la carbonilla.

Un verso de José Hierro “Se está muerto aunque lata el corazón, amigos”. Amigos suena como: ¡Por favor que no estoy muerto pero casi, anda ven abrázame para poder olvidarlo todo!

Pero soy un soñador, ese “Amigos” era en son de despidida como vuelve a decir José Hierro, o como Despedida del Mar, que es el título de otro poema maravilloso que todos los seres humanos deberían leer antes de morir, y yo os lo facilito como parte de mi testamento. Está en su libro Tierra sin nosotros de 1946. Es un poema corto, de 42 versos o cañonazos dulces, certeros, universales, tristes, angustiosos, ciertos, m-o-r-t-a-l-e-s.

7/1/10

Lost in post

Ayer estuve viendo Lost in translation. Charlotte estaba guapísima, redonda y triste, compacta en su tripita, en sus pechos de carne, en sus melena peinada durante horas para el rodaje. Y también paseaba su indolencia Bob Harris en un mundo pequeño y luminoso, absurdo como una reverencia.

Ellos se conocen para calmar su ausencia de sueño en la misma cama y él sujeta el pequeño pie de Charlotte con sus manos, gesto lo suficientemente significativo como para hacer de un resumen algo estúpido. Felices sueños.