llorar con las tripas en la manos
Cuando tenía nueve años quise ser
un hombre.
Me propuse firmemente no volver a llorar hasta que no tuviese joder mis
tripas en mis manos; Como decía mi padre: No llores joder hasta que tengas las tripas en la mano.
Me propuse presentarme en el parque
con el fin de hacer amigos… Ensayaba delante del espejo, estiraba el brazo y
ofrecía mi mano… Buenas tardes me llamo Arturo.
Tenía lo que hay que tener para ser un
hombre. Nueve años, dos amigos y me gustaban tres chicas de clase:
Raquel, Sonia y Susana.
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