6/3/14

Vampiro a mi pesar

Esta mañana en ayunas hice cola en la seguridad social porque tenía pendiente una extracción de sangre. En la cola bostezaba para mostrar a todos mi total tranquilidad ante el proceso; La absoluta normalidad y rutina que para mí suponía sacarme dos tubitos de sangre. Una mujer bajita exclama: “Tengo más miedo que vergüenza” y yo sonrío y muestro a todos mi sonrisa, una sonrisa que dice: “tranquila señora puro trámite”. Soy el cuarto en la cola pero me gustaría ser el primero, la punta de la lanza, la persona a la que todos miran por romper el hielo. El más valiente.
Cinco minutos después estoy en el umbral de la puerta, mirando las extracciones como quien no tiene nada que temer. Me piden los datos y doy mi nombre y apellidos con una voz segura y firme. Una voz que dice: “Si tienen que usar bisturí úsenlo no hay problema”. Una voz dura como la de Paquirri: “Abran lo que tengan que abrir”.
Me siento ante un enfermero de barba; Yo ya llevo el brazo descubierto y se lo pongo en la boca: “¡Aquí hay un macho!”.
Con el ojo derecho miro su mano para asegurarme de su buen pulso. La aguja es corta pero bastante gorda, el enfermero ni se inmuta, no vacila, no se detiene a mirarme a los ojos y se acerca sin poesía. – ¡Ay mamá! Si al final me sacarán sangre y todo.

1 comentario:

Diva de Divas: Quesos Gourmet dijo...

=) aunque suene raro, me encanta q me saquen sangre. no quiero cuestionarme por que.